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Una educación

Estructura de la obra

Una educación es la historia de la vida de Tara Westover, por lo tanto, es una autobiografía. La narradora recuerda su infancia, adolescencia y juventud. Hay partes en el libro en los que Tara aclara que ella así recuerda lo que está contando aunque años después otras personas le dirían que no fue así exactamente. Tara da saltos en el tiempo, cuenta su historia y agrega comentarios que provienen de su presente:

Durante dieciocho años no reflexioné ni una sola vez sobre aquel día, ni siquiera de manera indagatoria. Las escasas ocasiones en que los recuerdos me retrotraían a aquella tarde tórrida, lo primero que evocaba era el cinturón. «Luke, amigo loco —pensaba—, me pregunto si todavía llevarás un cordel.»

Ahora, con veintinueve años, me siento a escribir, a reconstruir el incidente a partir de los ecos y gritos de una memoria fatigada.

Sin embargo, Una educación sí responde a un orden cronológico; es decir, inicia con los primeros recuerdos de Tara y la historia se desarrolla junto a su edad. La primera parte comienza con Tara muy pequeña en el jardín de su hogar paterno y termina cuando ella decide mudarse para estudiar la universidad. La segunda parte inicia con ella al comenzar sus estudios y termina cuando Tara parte a Reino Unido para estudiar en

Cambridge. La tercera comienza cuando le dan un recorrido por el Trinity College y termina con ella narrando cómo escribe este relato. El libro termina con el inicio del mismo.

A pesar de que la historia está contada en primera persona, hay momentos en los que intervienen la voz de otras personas como sus padres, hermanos, amigos o gente que tuvo relación con ella de manera cercana o lejana.

Cuando sonó el timbre, la profesora se acercó a mi pupitre.

—No deberías estar aquí—me dijo.

Me la quedé mirando estupefacta. Por supuesto que no debería estar ahí, pero ¿cómo se había enterado ella? Me disponía a confesarlo todo —que no había ido al instituto, que no había reunido los requisitos para graduarme—, cuando añadió:

—Esta clase es para los mayores.

El libro también utiliza en varias ocasiones el monólogo, en los que Tara reflexiona sobre sobre ciertos momentos de su vida. Esto enriquece la historia ya que estos monólogos fueron escritos años después, la autora recuerda su pasado y agrega conclusiones que sólo el tiempo brinda:

Mis sentimientos respecto al ingreso en la universidad cambiaban de un día para otro, casi de un minuto al siguiente. En ocasiones me convencía de que Dios deseaba que entrara, puesto que me había otorgado un veintiocho. Otras veces tenía la certeza de que me rechazarían y de que Dios me castigaría por pedir que me admitieran, por tratar de abandonar a mi familia. No obstante, sabía que, fuera cual fuese el resultado, me marcharía.

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