Esta novela narra las aspiraciones de Cecilia Rojas, joven provinciana de inteligencia ágil y certera verborrea, digna de alcanzar grandes metas, cuyo carácter voluntarioso y poco tacto social hicieron que su único novio la plantara sin explicación. Sus padres deciden enviarla a la Ciudad de México con el pretexto de continuar sus estudios, y en la Universidad se integra a un grupo de estudiantes que siempre están en competencia y entran en serias rivalidades al ser invitados a integrar la mesa directiva de la Sociedad de Alumnos de su facultad. En este ambiente, deslumbrante al principio y luego lleno de mezquindades como el que dejó atrás Cecilia se irá descubriendo como mujer, y sobre todo como persona.
Rito de iniciación nos da una Rosario Castellanos muy diferente de la que, de buena o mala fe, han creado sus seguidores, muy distante de la tragedia que le inventan, de los sufrimientos que le atribuyen; una Castellanos implacable e impecable, burlona, risueña, como siempre fue y que se nos ha escapado por buscar claves inadecuadas, por querer leer en clave, por creer que hablaba de ella cuando hablaba de los demás... Una Rosario Castellanos que, como dijo Elena Poniatowska, no tiene más antecedente que Sor Juana Inés de la Cruz y que tampoco tiene descendientes.