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LA GUERRA SECRETA DE COCO CHANEL - Haul Vaughan

UBICACIÓN BIOGRÁFICA 

Miembro del servicio de inteligencia internacional y periodista, Hal Vaughan terminó sus días como investigador y escritor. Se sabe relativamente poco sobre este autor estadounidense, aunque no es de extrañar, porque su vida pública empezó mucho después, dejando sus primeros 50 años de labor como espía entre las sombras. 

Radicado en París hasta su muerte, trabajó en relaciones exteriores durante la Segunda Guerra Mundial y la guerra de Corea, aunque en ninguno de los dos conflictos estuvo en combate directo, y participó en varias misiones de inteligencia en Karachi, Pakistán. Más tarde estuvo en Saigón durante la guerra de Vietnam, así como en Génova durante la Guerra Fría y en Cairo, como consultor del príncipe Mohammed al-Faisal al-Saud (uno de los banqueros más importantes de Egipto), lo que le brindó un set de habilidades en operaciones clandestinas a nivel internacional que probaría ser muy útil para sus investigaciones y publicaciones posteriores. 

En sus funciones como periodista trabajó para New York Daily News y para el International Press Service, así como para Voice of America en Karachi y Dacca, en Pakistán. Más tarde trabajó para ABC News, cubriendo el atentado a Juan Pablo II en 1981, lo que lo llevó a trabajar para ABC News Radio, en Nueva York. 

Fue miembro de DACOR (Diplomatic and Consular Offi- cers Retired, Oficiales Diplomáticos y Consulares Retirados), en Washington, D.C.; de la Association of Former Intelligence Officers (Asociación de Antiguos Oficiales de Inteligencia); del Paris Cercle de l’Unión Interalliée (Círculo de la Unión Interaliada de París) y del National Press Club (Club Nacional de Prensa), en Washington, D.C. 

Vaughan fue un autor involucrado en operaciones secretas e intrigas políticas que podía aportar una visión cercana y una deducción asertiva a los temas que trataba en sus obras. Sus investigaciones se dirigieron siempre hacia la Segunda Guerra Mundial, primero con la historia de un médico en el París ocupado (Doctor to the Resistance...), después con la red de espías de Franklin D. Roosevelt (FDR’s 12 Apostles...) y en este caso con una biografía desprovista del velo de glamour, perlas y encajes que suele envolver la historia de Coco Chanel. 

A partir de una visión masculina y además neutral, históricamente reveladora e impactante, sin mediar las justificaciones usuales de tiempos de guerra, expone los actos y las decisiones de una mujer que logró escapar a las consecuencias de sus actos en más de una ocasión. 



UBICACIÓN BIBLIOGRÁFICA 

Desde sus años como periodista, Hal Vaughan hizo uso de su experiencia en tiempos de guerra y sobre todo en el ramo de la inteligencia internacional para crearse una visión inquisitiva y profunda como autor. En 2004 publicó su primer libro, Doctor to the Resistance: The Heroic True Story of an American Surgeon and His Family in Occupied Paris, al que siguió FDR’s 12 Apostles: The Spies Who Paved the Way for the Invasion of North Africa en 2004, y en 2011, Sleeping with the Enemy, Coco Chanel’s Secret War —que después se tradujo como La guerra secreta de Coco Chanel en 2012—, por mucho su libro más provocativo. Para su muerte, en 2013, también había autopublicado un libro sobre sus 10 años como espía, Purple Heart at Far Acre Farm

Si bien Hal Vaughan no puede considerarse un autor impecable por su estilo narrativo, sí destaca por la extensión de sus investigaciones. Entre las numerosas biografías que se han escrito sobre Coco Chanel, se ha tocado el episodio de su vínculo nazi desde diversos puntos de vista: moda, círculos sociales, partidismo político, su carácter de mujer emprendedora, la protección de sus seres queridos y su trabajo, entre otros; pero con la misma admiración y algunas veces adoración del mito, más que de la persona, en especial en las biografías que se escribieron antes del libro de Vaughan. Solamente éste parece hablar sobre ella como lo haría un espía, con la crudeza de las pruebas y dejando que los hechos dicten por sí mismos. 

Si bien en la obra también se percibe un respeto elemental por el ícono que a la fecha sigue siendo Chanel, no está cegado para abordar sus defectos ni duda al momento de mencionarlos o de colocarle adjetivos que cualquier otro reconsideraría antes de utilizar (adicta, manipuladora, mitómana...). Vaughan la trata y analiza como a un igual, falible; sin opacar en ningún momento su gran aportación sociocultural. Esto lo convirtió finalmente en referente para todas las biografías que le siguieron, entre ellas, Madmoiselle: Coco Chanel and the Pulse of History, de Rhonda K. Garelick, en 2014; Coco Chanel: An Intimate Life, de Lisa Chaney, en 2012, y Chanel: A Woman of her Own, de Axel Madsen, en 2015. 



DATOS CURIOSOS 

Parte de la investigación que hizo Vaughan de documentos oficiales nutrió una de las grandes ironías en la historia de Coco Chanel: Pierre Reverdy fue uno de sus más profundos amores, no sólo su amante, sino su amigo, alguien en quien confiar y a quien acudir cuando necesitaba cariño y refugio. Después de terminada la ocupación nazi de París en 1944, Reverdy, como parte de los partisanos franceses, fue precisamente quien arrestó al barón Louis de Vaufreland por colaborar con los nazis. Más tarde se supo que fue la propia Chanel quien le pidió a Reverdy que lo encontrara por ser la única persona —según creía ella— que podía vincularla directamente con el espionaje nazi; sólo que una vez apresado, fue justamente lo que hizo en su confesión: nombrarla como su colega en diversas misiones. Hasta entonces, la presencia de Chanel en todo esto era la de amante de un alemán y conocida de otros, que si bien era algo socialmente desastroso, no era estrictamente traición, pero ser parte activa de su red de espionaje sí. Vaughan comenta que Reverdy la perdonó por este episodio, apoyándola al tratarse de la palabra de Vaufreland contra la suya. Aun así, con las declaraciones posteriores de Schellenberg no quedó duda sobre su vínculo con la Abwehr (agencia clandestina de información militar en Alemania), pero al final hizo falta una parte importante para condenarla también: pruebas



DISCUSIÓN DE LA OBRA 

Si bien el lector de este libro pudiera esperar un camino directo que lo lleve a resolver el misterio nazi de Chanel, se enfrenta a una biografía casi completa: Coco desde su nacimiento, año tras año, amor tras amor, hasta el devenir de la Segunda Guerra Mundial y sus decisiones en ella. En la introducción se encuentra el marco principal: la colaboración de muchos franceses durante el régimen de Vichy (nombre con que se conocía al Estado Francés, el régimen político después del armisticio con Alemania) fue voluntaria, no impuesta, y entre ellos se encontraba Coco Chanel. Al hacer el recuento de su vida, parece que Vaughan buscara la forma de responder la única pregunta imposible: ¿por qué lo hizo? 

Cuando los aliados liberaron París en 1944 se sobrevino el descontrol y todos los colaboracionistas fueron perseguidos, incluso de forma violenta. Chanel también fue arrestada, sin embargo, salió libre a las pocas horas por intervención de Winston Churchill, según se cree, y huyó a Suiza. Ahí se reunió finalmente con el barón Hans Günther von Dincklage, su amante nazi. Dos años más tarde, en 1946, recibió otro citatorio del Ministerio de Justicia para ser interrogada bajo la sospecha de su cooperación con la inteligencia militar alemana y de ir a Madrid con el barón de Vaufreland en una misión para la Abwehr. Chanel lo negó, y aunque las pruebas eran insinuantes, no eran suficientes para condenarla, por lo que el caso quedó pendiente y Chanel continuó su vida. 

Se dice que los ídolos caen por su propio peso. Algunos más estrepitosamente que otros, pero al menos quedan marcas. Cuan- do Coco Chanel murió, Claude Pompidou, esposa del presidente de Francia y una de sus compradoras más asiduas, no podía esperar para hacer un homenaje tras otro a la mujer que había creado el estilo del siglo xx. Sin embargo, todo se detuvo de manera abrupta al correr como fuego la noticia de nuevas pruebas sobre la participación de Chanel como espía de los nazis, acusación de la que había salido “bien librada” al terminar la guerra. Pero lo que no se supo entonces fue que Chanel y Von Dincklage habían ido a Berlín en 1943 para ofrecer sus conexiones y servicios como espías al mismo Heinrich Himmler; que Chanel era una agente a sueldo para Walter Schellenberg, jefe del servicio de inteligencia de las SS; que realizó una segunda misión a Madrid para buscar un pacto de paz con los británicos, y que su amante trabajaba también para la Abwehr y la Gestapo. No había más que decir. De inmediato cesó todo y no se oyó nada de estatuas, bustos ni homenajes para Coco Chanel, aunque en general no mermara su peso en la industria de la moda. Finalmente, la cultura no la juzgaba, sino la historia. 

Justificaciones pueden existir muchas, pero todo redunda en qué es lo correcto. Si bien es mucho más difícil responder esta pregunta en tiempos de conflicto, cuando todo y todos parecen ser algo que no son, la duda sigue teniendo el mismo peso. ¿Era Coco Chanel realmente una espía nazi? Incluso, ¿era humanamente incorrecto tener un amorío con alguien que sí lo era? ¿Las acusaciones y su interrogatorio al terminar la guerra eran válidos entonces? ¿Hay manera de justificar a un ícono cultural tan inmenso como Coco Chanel, y más en un tiempo y respecto a una cuestión en la que no parecen existir muchos matices? En cuanto al holocausto, siempre ha habido buenos, malos y traidores, nada más. Entonces, ¿qué la llevo a esto, una pasión amorosa, una postura política —o apolítica, más bien—, intereses, su abierto antisemitismo...? 

Vaughan nos lleva entonces por su vida en busca de un motivo, no tanto de “la verdad”. Nacida en el siglo xix, entre pobreza e ignorancia, huérfana de madre a los 12 años, abandonada por su padre, separada de sus hermanos y criada en un convento hasta los 18 años con sus dos hermanas, no sorprenden realmente su antisemitismo, su ambición ni su ansia de progresar y cuidar de los suyos. 

Tenemos el inicio de una vida determinada por el trabajo de costura y las relaciones personales, así como el provecho que pudiera sacar de ambos. A los 20 años trabajaba de costurera y cantaba en un café, pero al cumplir 23 se hizo amante de Étienne Balsan, un ex oficial de caballería, con quien vivió hasta cumplir 26, cuando se enamoró de Arthur Boy Capel, amigo de Balsan, quien le dio un departamento en París, la ayudó a poner un negocio de sombreros para mujeres y la ayudó a mantener a su sobrino tras la muerte de su hermana. Cuando creó su marca de moda femenina, también la ayudó a financiar boutiques en París, Deauville y Biarritz. Estuvieron juntos más de 10 años, incluso después de que él se casara, has- ta su muerte en 1919, en un choque automovilístico. 

Al tiempo en que relata esto, Vaughan nos lleva también por los eventos históricos que rodeaban los nuevos privilegios de Chanel: mientras ella vivía su felicidad y su triunfo profesional al lado de Capel, Estados Unidos le declaraba la guerra a Alemania y la revolución rusa daba el poder a los bolcheviques. Cuando la Primera Guerra Mundial terminó en 1918 se sobrevino una tremenda crisis económica, especialmente en Alemania, pero la industria de la moda pareció no verse afectada en lo absoluto; los franceses no paraban de comprar en las boutiques de Chanel. 

Pronto empezó la revolución cultural en París, los años felices de Hemingway, Fitzgerald, Cocteau, Gertrude Stein y Joséphine Baker, entre muchos otros. Chanel se dedicó a vestir la década de los veinte y a incursionar como mecenas en el arte. Pronto conoció a su siguiente amor, Pierre Reverdy, el gran poeta del momento, con quien mantuvo una relación durante relativamente poco tiempo, aunque compartieron una amistad toda su vida. Después de él, siguió su pasión por Ígor Stravinski y más tarde por el duque Dimitri Pavlovich, una de sus más grandes inspiraciones, con quien creó la famosa colección ruso-eslava y el Chanel No. 5, en 1921. Fue tal el éxito del perfume, que tuvo que asociarse con los hermanos Wertheimer para poder cubrir la demanda, contrato que hizo con descuido y por el que se quejaría el resto de su vida. 

En 1923, Chanel ya estaba muy lejos de la pequeña Coco que cantaba en un café; era rica, exitosa, admirada por muchos y estaba a punto de entrar al círculo más selecto de la realeza británica. Su amiga Vera Bate le presentó al duque de Westminster, con quien tuvo una relación durante una década, compartiendo su antisemitismo y su visión proalemana, así como su desprecio por los homosexuales y los comunistas. A su lado convivió con Edward, príncipe de Gales, y Wallis Simpson, con Winston Churchill y su hijo Randolph, y con los amigos más cercanos de estos; conexiones y amistades que conservaría durante el resto de sus días y que más adelante incluso le salvarían la vida. 

Al iniciar la década de los treinta, Chanel se aventuró a hacer un cambio y se fue a Hollywood bajo contrato para hacer los vestuarios de actrices de la talla de Gloria Swanson y Joan Blondell. Ahí conoció a Paul Iribe, un director de arte vasco con quien llegó a tener una relación tan estrecha, que incluso pensaron en casarse. (Desafortunadamente, él murió en 1935.) Fue tal su fracaso en Hollywood por la sobriedad de su vestuario en una sociedad que quería definir la palabra glamour por sí misma, que se fue a Inglaterra después de un mes. 

En esos mismos años terminó la república de Weimar y Hitler subió al poder. Para 1935, éste ya tenía cubiertos los puestos clave de su gobierno: Himmler al frente de las SS; Göring dirigiendo la policía secreta, la Gestapo; Goebbels fungiendo como ministro de propaganda, y Canaris como jefe de la Abwehr (a quien, por cierto, se le ocurrió la idea de señalar a los judíos con una estrella amarilla en la ropa), aunque poco después la agencia de información se volvería parte de las SS de Himmler, con Walter Schellenberg a la cabeza. 

Mientras se avecinaba esta catástrofe sobre el mundo, Vaughan continúa explorando el estado emocional de Chanel después de la muerte de Iribe, de vuelta en París, donde se mudó a una suite del hotel Ritz. Su casa de modas continuó prosperando, ya con más de cuatro mil costureras, pero en 1936 comenzaron las huelgas de trabajadores por todo París. La ciudad se volvió un caos y a Chanel no le quedó otra opción que ceder ante el aumento de sueldos y el pago de vacaciones para que sus empleadas regresaran a sus labores. Ante esta “traición”, como ella lo llamaba, sin Iribe, sintiendo el peso de la competencia y recién abucheada por los trajes que diseñó para un ballet de Cocteau, prefirió irse a Suiza durante un tiempo. 

No está claro si fue ahí donde conoció a Hans von Dincklage, en París o en Inglaterra. Desafortunadamente, una parte tan importante de la historia queda sin resolución, y lo más que puede hacer Vaughan es reunir todas las versiones sobre cómo se conocieron, incluyendo la de Chanel misma, quien insistía en que lo había conocido en Inglaterra 20 años antes. Sin embargo, como el propio autor comenta, Chanel era muy propensa a inventar cosas y a exagerar; prueba de eso son las múltiples mentiras que contó a Edmonde Charles-Roux para su biografía, e incluso sobre Von Dincklage, pues ella debía saber que era espía, aunque fuera sólo por los rumores dentro del círculo social al que ambos pertenecían. 

Entre la investigación de Vaughan, la figura de Von Dincklage aparece delineada con todo cuidado, casi con la intención delibera- da de hacer a un lado todas las otras versiones que se han propuesto sobre él: la imagen inglesa en lugar de la aria que crean los primeros biógrafos de Chanel, particularmente Charles-Roux; la del playboy que era sólo espía de nombre. Desde el principio tenemos a un veterano de caballería e infantería de la Primera Guerra Mundial, miembro de los Freikorps (unidades de extrema derecha contra los comunistas), miembro de la inteligencia militar alemana con inmunidad diplomática, un hombre adusto, manipulador, seductor, casado con una mujer mitad judía por las puertas que podía abrirle en ciertos círculos, y de quien no dudó en divorciarse ante la eminente guerra en 1939, enviándola a un campo de concentración. 

Su misión durante la década de los treinta fue crear una red de espías en Francia, primero en la Costa Azul y luego en París. Sus idas y venidas por Francia llegaron incluso a llamar la atención del servicio de inteligencia francés, volviéndolo sospechoso de espionaje ya para mediados de la década, mientras se sentía cada vez más cerca la sombra siniestra del nazismo sobre Europa. 

Al iniciar la guerra, Von Dincklage se fue a Suiza, mientras que Chanel, de vuelta en París, despidió a más de la mitad de sus costureras a manera de venganza por su huelga y cerró la casa Chanel. El público y el gremio lo tomaron muy mal, y ella misma reconoció su error tiempo después; guerra o no, la gente seguía comprando ropa. Al año siguiente, en 1940, cuando Mussolini le declara la guerra a Francia, todos huyeron de París y Chanel se fue a Corbère, en los Pirineos. Todavía muchos creían, entre ellos Churchill, que Francia resistiría, sin embargo, las intrigas políticas y la corrupción de sus gobernantes abrieron las puertas al Führer en sólo siete semanas. 

Muchas personas cedieron ante el nuevo régimen, o pretendieron hacerlo, sobre todo en las altas esferas de la sociedad. La vida parisina continuó y en distintos círculos simplemente se acopló la alegría usual a la presencia de los alemanes. Chanel regresó a París una vez que había sido tomada, y Von Dincklage también; ambos a lo que se podría llamar “vida cotidiana”. El andar nocturno florecía, era como si todo siguiera igual. Por supuesto, la clase media moría de hambre, ya sin mencionar a la baja, pero la clase alta sólo cambió de compañía. Para ejemplo está el hecho de que las raciones de alimento eran exageradamente pequeñas, casi la mitad del requerimiento diario mínimo para una persona, pero en el Ritz se seguía cenando gourmet.
Sin más miramientos, Vaughan empieza a relatar su historia juntos, dejando atrás la incógnita de cómo iniciaron su relación, y describiendo a Von Dincklage como lo que siempre fueron los hombres para Chanel, no sólo un amor, sino un trampolín; en esta ocasión, hacia los altos círculos del Reich y una buena vida en el París nazi. Von Dincklage consiguió que pudiera seguir viviendo en el Ritz, a pesar de que el hotel estuviera reservado para los altos mandos alemanes —o se asume que es así por falta de pruebas que lo contradigan—. Chanel cenaba diario con la élite nazi, conseguía concesiones para sus amigos, incluidos Cocteau y su abogado, René de Chambrun —que después sería también agente de la Abwehr—, y convivía con una gran variedad de personajes, entre ellos Louis de Vaufreland, protegido de Dincklage.

En 1941, Von Dincklage fue a Berlín para entrevistarse con Hitler y Goebbels, y Vaufreland fue con él. Éste era un agente leal a la Gestapo, y fue Von Dincklage quien se lo presentó a Chanel. De la manera en que Vaughan describe esta situación, Chanel era sólo una oportunista a quien sobrevivir se le daba muy bien. Vaufreland le prometió la libertad de su sobrino, tomado prisionero por los alemanes, y también el control de la empresa de perfumes de los hermanos Wertheimer para recuperar los derechos del Chanel No. 5, así que la Abwehr registró a Chanel en Berlín como agente F-7124, nombre clave “Westminster”. No era una colaboración política, sino el entendimiento de una ventaja mutua, el centro de todas las relaciones sociales y personales de Chanel a lo largo de su vida. 

En ese mismo año viajaron a Madrid para hablar con el embajador de Inglaterra en España y advertirle de la posición de Francia en contra de Inglaterra. Al volver, su sobrino ya había sido liberado. El año siguiente transcurrió entre pleitos legales por los derechos del No. 5, queriendo convencer a los alemanes de que los hermanos Wertheimer la habían timado. Vaughan la presenta totalmente despreocupada del destino funesto de otros y sólo viendo por sus intereses,  queriendo aprovechar la apropiación de bienes judíos por parte de los alemanes. De nuevo no pudo hacer nada, pues los hermanos Wertheimer habían tomado medidas para proteger sus negocios antes de huir a Estados Unidos al inicio de la guerra. 

En 1943 viajó a Berlín con Von Dincklage para hablar con Himmler. Concretaron una segunda misión a Madrid para intentar contactar a Churchill a través del embajador y pactar una paz alterna con Inglaterra. La misión prueba ser un fracaso cuando su amiga y acompañante, Vera Bate, los acusa a ella y a Von Dincklage de ser espías nazis, por lo que debieron volver de inmediato a París. 

Cuando los aliados toman el norte de África, los franceses colaboracionistas de los nazis, entre ellos Chanel, tiemblan por las represalias en caso de que lograran entrar en Francia. Para quienes habían vivido bajo el yugo nazi, más que en su “compañía”, saber que estaban cerca las fuerzas aliadas les infundía valor. Empieza a haber un desprecio generalizado por todo lo alemán, hay enfrentamientos en las calles con la resistencia del general De Gaulle, y Chanel empieza a ser señalada por su antisemitismo exacerbado, su comportamiento, sus relaciones personales y sus amistades del momento. 

También en 1943, Ledebur-Wilcheln deserta de las filas de la Abwehr y les cuenta a los agentes de MI6 cómo Chanel era una de las propuestas de espías de Von Dincklage, que había viajado a Madrid y a Berlín, y que trabajaba para Schellenberg. El problema con la validez de esta declaración es que las fechas no coinciden entre lo que él dijo y los papeles de viaje de Chanel. Pero, ¿cuál sería el caso de nombrarla arbitrariamente? Pudo fallar su memoria o Von Dincklage pudo cambiar parte del plan, el caso en cuestión queda: Chanel tenía vínculos cercanos con los nazis y se había ofrecido como espía. Si su amorío con el espía Von Dincklage o su manera de mimetizarse por conveniencia en la Francia ocupada no la condenaban, esto sí. 

Dos semanas después de que las fuerzas aliadas recuperaran París, Chanel fue detenida como colaboracionista, sin embargo, por su interrogatorio se dio cuenta de que no sabían de sus misiones para la Abwehr, sino sólo de sus vínculos sociales. Estuvo sólo unas horas, hasta que Winston Churchill intervino a su favor. No perdió tiempo y se fue a Suiza. A pesar de su indiscutible colaboración durante la guerra, e incluso después de haber sido cuestionada por sus actos, Chanel se protegió con su característico ingenio, sus conexiones y futuros sobornos a quien pudiera sacar a la luz su pasado nazi, particularmente Walter Schellenberg. 

En 1946, cuando se encontraron nuevas pruebas de su participación, entre ellas el testimonio de Vaufreland, era su palabra contra la de Chanel, así que no se pudo presentar una acusación formal en su contra. Su caso se perdió entre tantos otros... Como señala el propio Vaughan, para cuando terminaron los juicios, nadie estaba interesado en la participación de Chanel y ya nada se hizo público. A pesar de todo, cómo logró salir bien librada de todo esto es lo que perpetúa el misterio. 

Vaughan concluye su relato describiendo lo que se sabe de su vida en Lausana, donde Von Dincklage la alcanzó tiempo después, para pasar algunos años más juntos. Se perciben como años ausentes, casi sin huella. Fue quizá con la creación de una nueva fragancia que Chanel retomó el curso de su vida, de la misma manera en que Vaughan recupera el ritmo de su narración, aunque tal vez un tanto vertiginoso: de pronto ya hay un nuevo trato con los hermanos Wertheimer y Chanel está de vuelta en el mundo de la moda. Si bien su regreso fue un poco accidentado y terminó dejándola en bancarrota, vemos cómo se suceden las décadas de una línea a otra, cómo recupera su estatus, su renombre y su fortuna, y todo para morir sola a los 88 años, en su misma habitación del hotel Ritz, consciente de que todo había terminado. 

En vida, nadie la enfrentó sobre sus actos en la guerra, no hubo más interrogatorios ni persecuciones, pero como Vaughan deja entrever, tampoco tuvo tranquilidad. El lector cierra este libro con la idea de una Coco Chanel que nunca pudo descansar ni bajar la guardia, que sabía lo que había hecho y estaba dispuesta a mentir cuantas veces fuera necesario. Incluso en la actualidad, esa misma cultura que no la juzga, sino la admira, parece no estar dispuesta a derrumbar un ídolo para hacerle pagar el precio de una época que ya se ha ido. La grandeza de su imperio en la moda termina por opacar todos sus defectos. 



PREGUNTAS 

¿Cómo se desarrolló la vida familiar de Chanel en su niñez? 

¿Cuál es el origen de la famosa frase “Francia para los franceses”? 

¿En qué trabajaba Chanel antes de tener su marca? 

¿Quién fue su primer amante, de quien se tiene conocimiento, y cómo fue la vida juntos? 

¿Cómo prosperó Chanel gracias a Boy Capel?

¿Cómo se conocieron Coco Chanel y Misia Godebska, y cómo se desarrolló su amistad?

¿Qué adicción compartían Chanel y Godebska?

¿A dónde se fue Chanel para superar la muerte de Capel?

¿Cómo se desarrollaron “los años felices” en el París de la década de los veinte?

¿Cómo murieron las hermanas de Chanel y en qué circunstancias?

¿En qué consistió la colaboración de Chanel como mecenas de las artes?

¿Cómo se dio la creación del perfume Chanel No. 5?

Mientras que en Francia se vivía una época boyante y alegre durante los años veinte, ¿cómo era la vida en la Alemania de posguerra?

¿Qué convicciones unían al duque de Westminster y a Chanel? 

¿Por qué Von Dincklage era el hombre correcto para crear una red de espías de la Abwehr en Francia?, ¿qué cualidades poseía para ello?

¿Qué propició que la estadía de Chanel en Hollywood fuera un fracaso?

¿Por qué la inteligencia francesa consideraba un peligro a Von Dincklage en la década de los treinta?

¿Cuál fue el destino de la baronesa Von Dincklage?

¿Cuáles son las versiones que existen sobre cómo se conocieron Chanel y Von Dincklage?

¿Cómo se resolvieron finalmente las huelgas de trabajadores en 1936, particularmente con las costureras de Chanel?

¿Por qué la Segunda Guerra Mundial se conoció en un principio como “la guerra de broma” en Francia?

¿Por qué Chanel cerró su casa de modas al empezar la guerra? 

¿Por qué Coco Chanel no logró hacerse con la empresa de perfumes de los hermanos Wertheimer, a pesar de sus conexiones nazis, para recuperar los derechos del Chanel No. 5?

¿En qué consistió la primera misión de Chanel en Madrid

¿Por qué la segunda misión a Madrid, ahora con su amiga Vera Bate, no funcionó?

¿Por instancias de quién se cree que Chanel logró evadir el encarcelamiento en 1944?

¿Cuáles son las pruebas y los testimonios principales que se tienen contra Chanel como espía de la Abwehr? 

¿Por qué nunca arrestaron oficialmente a Chanel?

¿Cómo “compró” Chanel el silencio de Walter Schellenberg?

¿Cómo solucionó finalmente Chanel sus rencillas con los hermanos Wertheimer?

¿Cómo recibió el público su primera colección después de la guerra, y cómo fue su acenso a la cima nuevamente? 


CONCLUSIÓN 

Lo que hizo Hal Vaughan fue aventurarse por un camino sinuoso que nadie se había atrevido a tomar de lleno antes. Muchos de los biógrafos de Coco Chanel incluyen en sus libros los aspectos oscuros de su personalidad, la conveniencia de sus relaciones y decisiones, e incluso las dudas sobre su participación en la Segunda Guerra Mundial, en lo que fácilmente se consideraría “el bando equivoca- do”, sin embargo, lo hicieron desde una postura casi amable, viendo minimizado el hallazgo de pruebas al respecto ante la fama y el renombre de Chanel. Aún ahora, 45 años después de su muerte, la pequeña Coco todavía tiene ese poder sobre la gente. 

¿Cómo te enfrentas entonces a un monstruo, a una leyenda tan inmensa, a la admiración de tantos, y arrojas una piedra a uno de los espejos de la casa Chanel en la rue Cambon diciendo “tal vez no era tan admirable como creen”? Hay muchos secretos que la envuelven, muchos silencios. Eso, más que otra cosa, es lo que ha protegido a Chanel desde el principio; si algo supo hacer como una mujer “a la moda” fue conservar su misterio. Mientras que esto se considera digno de emular en el mundo de la moda y la sociedad por la idea de lo femenino, históricamente llega a ser una traba para resolver el enigma directa y puntualmente. 

Frente a esto, Vaughan no deja de considerar las variables: fue protegida, tal vez su libertad fue la consecuencia de que altos mandos protegieran a personas de mucha más importancia política que ella, supo comprar el silencio de otros... Las propuestas pueden ser infinitas. Aun así, los testimonios, la intrincada historia del barón Von Dincklage, su pareja en ese tiempo, y las pruebas que existen con el nombre de Chanel en listas y documentos donde no tendría por qué estar de otro modo, sirven como marco para exponer lo que Vaughan propone desde un principio: Coco Chanel tuvo vínculos con los alemanes, sirvió voluntariamente como espía de la Abwehr y simplemente no fue condenada por ello en su momento. 

Vaughan entonces nos presenta un vaivén temporal en el cual seguimos los pasos de todos los involucrados, desde Hitler y su guerra contra la humanidad, Von Dincklage y su red de espías, hasta Chanel y sus amores y amistades, para verlos confluir en un punto histórico que por supuesto resultó muchísimo más grande que la participación de un ícono de la moda del siglo xx. Había persecuciones que rápidamente opacaron la de Chanel, aunque quedara de cierta manera como una cuenta pendiente. 

Cada vez se habla más al respecto y es posible que esto vaya en incremento con los años, mostrando, con el tiempo, todos los aspectos de Chanel al público, no sólo su cautivadora faceta creativa. Es posible, pero por lo pronto, 70 años más tarde, la casa Chanel aún prospera y Coco sigue siendo admirada y recordada por el mundo como todo, menos, una traidora. 



RECURSOS 

Justine Picardie publicó su biografía, Coco Chanel: The Legend and the Life en 2010, un año antes de que saliera a la venta el libro de Hal Vaughan, quien incluso lo utiliza como una de sus fuentes. Si bien para cuando se publicó originalmente La guerra secreta... ya se habían revelado más pruebas sobre los vínculos de Chanel con los alemanes y otros documentos a los que Vaughan tuvo acceso, Picardie relata también este episodio en la vida de la modista, aunque de una forma mucho menos oscura. 

El 1o de diciembre de 2014, el canal 3 de Francia transmitió el capítulo documental “Les Artistes Sous l’Occupation” (Los artistas bajo la ocupación), de Franck Ferrand, dentro de su programa L’Ombre d’un Doute (Sombra de duda), sobre la vida de algunos artistas durante la Segunda Guerra Mundial, como Maurice Chevalier, Joséphine Baker y Coco Chanel, entre otros. Para esta última parte se utilizó principalmente el libro de Hal Vaughan como bibliografía, lo que dio pie a que por primera vez se hablara abiertamente en la televisión francesa sobre sus vínculos con los nazis en la Segunda Guerra Mundial, aseverando que era una espía de la Abwehr. (Consultado en ).